Por Williams Ortiz
El Sistema Educativo Mexicano (en adelante SEM) se encuentra en constante revisión crítica, basado principalmente en los modelos de países primermundistas difícilmente ha logrado satisfacer las necesidades del contexto mexicano. El SEM ha pasado por diferentes etapas desde una educación tipo bancaria en la que los docentes solo depositaban conocimientos en los alumnos, educación para el trabajo (concentrada en la formación de personal) y más recientemente se dirige a la educación para la vida. La OCDE define como educación de calidad a aquella que garantiza la adquisición de conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes que serán necesarias para la adultez (como se cita en Repetto y Pena, 2010), según esta definición, la inclusión de la educación socioemocional en el Nuevo Modelo Educativo representa el complemento faltante para el alcance de la calidad buscada.
“La Educación Socioemocional es un proceso de aprendizaje a través del cual los niños y los adolescentes trabajan e integran en su vida los conceptos, valores, actitudes y habilidades que les permiten comprender y manejar sus emociones, construir una identidad personal, mostrar atención y cuidado hacia los demás, colaborar, establecer relaciones positivas, tomar decisiones responsables y aprender a manejar situaciones retadoras, de manera constructiva y ética” (Secretaría de Educación Pública, s.f.).
En México es desde el 2014 que se promueve el desarrollo de las HSE en estudiantes de educación media superior, pero es hasta el 2017 cuando se reconoce la importancia de estas habilidades en el desarrollo de las personas (Hernández, Trejo y Hernández, 2018). Algunas cifras (Secretaría de Educación Pública, 2017) que demuestran la importancia de la educación socioemocional reflejan que 3 de 10 jóvenes en México viven en situación de violencia, un 13.5% consumen drogas, 56% se sienten tristes, 26% piensan que su vida ha sido un fracaso, y esto considerando solo a aquellos que fueron participes de las encuestas, es decir, la cifra real es mayor.
Resulta obligatorio ver a la educación socioemocional como un elemento esencial para la calidad de vida de la población, y no solo para el aumento del desempeño académico. Autores como Bueno, Durán y Garrido (2013) encontraron que existe relación entre la obtención de una mejor calificación y el aumento de la asertividad (una de las HSE incluidas en los programas), ya que además de facilitar la comunicación interpersonal también aumenta la capacidad de identificar y expresar emociones que resulten displacenteras.
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El Sistema Educativo Mexicano (en adelante SEM) se encuentra en constante revisión crítica, basado principalmente en los modelos de países primermundistas difícilmente ha logrado satisfacer las necesidades del contexto mexicano. El SEM ha pasado por diferentes etapas desde una educación tipo bancaria en la que los docentes solo depositaban conocimientos en los alumnos, educación para el trabajo (concentrada en la formación de personal) y más recientemente se dirige a la educación para la vida. La OCDE define como educación de calidad a aquella que garantiza la adquisición de conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes que serán necesarias para la adultez (como se cita en Repetto y Pena, 2010), según esta definición, la inclusión de la educación socioemocional en el Nuevo Modelo Educativo representa el complemento faltante para el alcance de la calidad buscada.
“La Educación Socioemocional es un proceso de aprendizaje a través del cual los niños y los adolescentes trabajan e integran en su vida los conceptos, valores, actitudes y habilidades que les permiten comprender y manejar sus emociones, construir una identidad personal, mostrar atención y cuidado hacia los demás, colaborar, establecer relaciones positivas, tomar decisiones responsables y aprender a manejar situaciones retadoras, de manera constructiva y ética” (Secretaría de Educación Pública, s.f.).
En México es desde el 2014 que se promueve el desarrollo de las HSE en estudiantes de educación media superior, pero es hasta el 2017 cuando se reconoce la importancia de estas habilidades en el desarrollo de las personas (Hernández, Trejo y Hernández, 2018). Algunas cifras (Secretaría de Educación Pública, 2017) que demuestran la importancia de la educación socioemocional reflejan que 3 de 10 jóvenes en México viven en situación de violencia, un 13.5% consumen drogas, 56% se sienten tristes, 26% piensan que su vida ha sido un fracaso, y esto considerando solo a aquellos que fueron participes de las encuestas, es decir, la cifra real es mayor.
Resulta obligatorio ver a la educación socioemocional como un elemento esencial para la calidad de vida de la población, y no solo para el aumento del desempeño académico. Autores como Bueno, Durán y Garrido (2013) encontraron que existe relación entre la obtención de una mejor calificación y el aumento de la asertividad (una de las HSE incluidas en los programas), ya que además de facilitar la comunicación interpersonal también aumenta la capacidad de identificar y expresar emociones que resulten displacenteras.
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